sábado, 27 de febrero de 2010

La Puente Baja












La Puente Baja es un enclave donde desde tiempos inmemoriales, existieron una serie de rústicas pero eficaces vías de comunicación denominadas cañadas reales, cordeles o veredas; que posibilitaban el transito de unos lugares a otros, fomentando las relaciones humanas y comerciales, y sobre todo los desplazamientos de los rebaños, entonces básicos en la organización comercial, industrial y agroalimentaria de los pueblos. Por esto, desde su creación en 1273 hasta 1836, el Honrado Consejo de la Mesta veló rigurosamente por el mantenimiento y el buen uso de estos caminos.
Una de aquellas vías de comunicación era la Cañada Real que partía de un descansadero de Jaén "Pilas de Riocuchillo", seguía por la falda de Jabalcuz hasta "Portichuelo de Castro", y desde allí descendía hasta llegar a Los Villares, donde se unía con otra cañada que procedía de Martos.
Esta cañada gozó de gran importancia a partir del siglo XV, pues una vez conquistada para Castilla el reino nazarí de Granada, hacía posible la comunicación JAÉN-GRANADA a través de la ruta JAÉN - LOS VILLARES - VALDEPEÑAS - CASTILLO LOCUBÍN - ALCALÁ LA REAL.

Fue pues un camino muy utilizado en tiempos medievales por los ganaderos, empleado una y ora vez en las expediciones logísticas y militares que precedieron a la campaña de Los Reyes Católicos para conquistar Granada y frecuentado de forma habitual cuando en el siglo XVI se plantea el gran proyecto de la colonización de la hasta entonces abrupta y solitaria Sierra de Jaén, por lo que por nuestro desaparecido puente debieron de transitar todo tipo de personajes, desde campesinos en busca de nuevas tierras, hasta ricos señores de la nobleza y reyes que viajaran a Granada.
Durante la mayor parte del año el río bajaría con un caudal escaso, pero fue para las épocas de lluvia cuando este crecía fuertemente por lo que se levantó dicho puente, era necesario uno que fuese sólido y resistente, que permitiera tener siempre libre el camino Jaén - Los Villares. Nacía así el denominado PUENTE DE LOS VILLARES, que ya bien avanzado el siglo XVI y creado y habitado el pueblo, se comenzó a conocer por "LA PUENTE BAJA" para diferenciarlo de otros puentes existentes en el curso del alto río.
Se desconoce cuando se levantó exactamente tal puente, algunos equivocadamente se apresuraron en datarlo en época romana, lo que no es muy probable. Ya el historiador villariego Don Eduardo Campos (1870 - 1957) lo señalaba cuando escribía en 1922:
"... se ha dicho que no pertenecía a la época romana, sino que estaba levantada en tiempos posteriores, quizá hacia el evo medieval y seguramente por alarifes pertenecientes a la Edad Media".
La Puente Baja debió construirse a expensas del Concejo de Jaén en la Edad Media. Fue muy utilizada y por su posición geográfica debió señalizar un descansadero de gran amplitud, que marcaba el final de una etapa de camino ya que aun no se había levantado el pueblo.
Un hecho tan significativo como los "Hecho del Condestable" al consignar que una de las expediciones guerreras que la gente de Jaén acaudillada por el Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo dirigió contra los moros de Montefrío, en el Reino de Granada, hace esta referencia datada en lunes 16 de Enero de 1463 "... E luego el lunes en la tarde partió de Jaén el Condestable con hasta 600 rocinantes y 2000 hombres de pie y muchas paveses y escalas y lombardas y serpentinas y otras artillerías de guerra y fue a dormir a LA PUENTE DE LOS VILLARES, que es a una legua de Jaén, camino de Alcalá la Real por la Sierra, con la mayor alegría que se podría pensar ni decir y con tanto secreto que personas de cuantas iban con él no sabían donde iban ..." Esta cita nos muestra el simbolismo referencial que tenía La Puente Baja de Los Villares en el siglo XV.
Su utilidad practica era indudable y en las actas del Ayuntamiento de Jaén, a quien correspondía el mantenimiento y conservación del puente, es frecuente localizar acuerdos a ello referentes, tomados sin duda, tras algunas lluvias torrenciales.
Así, en el acuerdo de 14 de Octubre de 1500 consta que los regidores de la capital: "... mandaron tomar de los maravedíes de la obra ... dos o tres mil maravedíes para obrar la PUENTE DE LOS VILLARES ... e después se tornará a la obra los dichos maravedíes ...". Y en otro acuerdo del 30 de Enero de 1555 se dice : ".. En este día la ciudad mandó que Francisco de Escolana, albañil, vaya a ver la Puente de Los Villares y el daño que tiene y reparo que le es menester..."

Más tarde, cuando a partir de 1539 el pueblo de Los Villares contó con su propio Concejo, fue ya este el encargado de atender a la conservación y mantenimiento de la Puente Baja.
Lo cierto es que durante siglos este puente tuvo un protagonismo esencial en la diaria comunicación con la capital, conservando el paraje de la Puente Baja su antiquísimo papel de descansadero. A ello aluden viejas tradiciones, que aseguran que allí descansó en su litera la Reina Doña Juana, cuando fue a Granada a dar definitiva sepultura a los restos de su amado esposo Don Felipe, y lo mismo se dice que hizo el Beato Fr. Diego José de Cádiz cuando por aquí anduvo misionando a finales del siglo XVIII.












El puente, construido en recia sillería trabada con una fortísima argamasa, tenía casi 30 metros de longitud y la caja de su calzada era sumamente angosta, pues apenas superaba los 2 metros. Disponía de 2 ojos dispuestos en arco de medio punto, cada uno con uno 2´5 metros de radio. La altura desde el lecho del rió hasta la clave del arco era de 3´5 metros. Entre ambas arcadas existía un recio tajamar semicilíndrico que las separaba. La calzada, viniendo desde Jaén, ascendía en suave rampa hasta el centro del primer arco, descendiendo luego suavemente.



A uno y otro lado la delimitaban unos estrechos y recios pretiles de poco altura.










































Las sucesivas reparaciones efectuadas sobre el puente original acabaron por desfigurarlo algo, por lo que a comienzos del presente siglo su visión frontal era un tanto asimétrica. Cuando en 1913 Don Enrique Romero de Torres acometió la apasionante tarea de visitar los pueblos jiennenses para redactar su catalogo monumental, estuvo en Los Villares. Solo le llamaron la atención 2 cosas: - la Iglesia Parroquial y La Puente Baja, de la que redactó esta ficha: numero 218 "Poco antes de llegar a Los Villares hay un puente romana de la calzada que partiendo de por el camino viejo iba a Los Villares, de aquí a Valdepeñas, y de allí continuaría hasta Alcalá la Real pasando por las ruinas de Encina Hermosa. No he podido hacerme con una lápida con inscripción romana que se ha descubierto recientemente próxima al sitio donde está el puente romano que doy a conocer. Y acompañaba esta ficha con dos fotografías. Para entonces La Puente Baja dejaría de cumplir su función viaria.


La construcción de la carretera J-C3221 Jaén – Alcalá la Real había forzado a trazar un nuevo camino, unos metros aguas abajo y a levantar un moderno adecuado al transito de vehículos a motor. Además unas grandes avenidas reiteradas en los primeros años del siglo forzaron el antiguo cauce del río creando un amplio meandro con sus aluviones, lo que hizo que La Puente Baja se quedara en seco. Tal circunstancia, hizo posible un estudio directo pero a la vez inició su camino a la ruina, pues al quedar sin uso y totalmente accesible, en buena parte oculto por la vegetación silvestre, hubo algunos desaprensivos que poco a poco le fueron arrancando sillares para aprovecharlos en otras construcciones y se pudo extender un rumor nefasto para el puente que aseguraba que un vecino había encontrado un tesoro oculto entre las rocas que componían su estructura, lo que abría hecho que ilusos buscaran fortunas en él, y poco a poco lo redujeran a ruinas.
Todavía en 1922 estaba en pie y en aceptables condiciones, siendo meta de las excursiones y visitas que desde la capital promovían el cronista Alfredo Cazaban.
En la actualidad, solo se conservan una ruinas descuidadas y olvidadas por todos, son los últimos destellos crepusculares de una Edad Media brillante, que terminaran por desaparecer sin dejar rastro alguno tarde o temprano.
Parece ser que las ruinas que se conservan pertenecen a trozos de la parte media superior del puente, lo que significaría, que parte de él, se conservaría aún hoy enterrado bajo la tierra que el río habría ido arrastrando hasta ocultarlo, el pueblo de Los Villares no puede olvidar a su puente más preciado, los villariegos y el Ayuntamiento deberíamos hacer algo al respecto, si es que aún se puede... en recuperar sus ruinas y conservar lo que queda de él tanto exteriormente como bajo tierra (si es que realmente sigue ahí), conservaríamos una parte importante de nuestra identidad local y histórica y sería un buen lugar de paseo junto al río.

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