Pedro del Alcalde Fernández, nació en el pueblo de Los Villares. Fueron sus padres D. Juan Valentín del Alcalde y Dª Bárbara Fernández de Luna. Según se desprende de la documentación encontrada, su casa natal parece ser que estuvo situada en el lugar conocido como “ La Fuente”, precisamente en la esquina con dicha fuente, desaparecida hace unos años.
A los dos días de su nacimiento, el Ldo. Francisco Gómez de Ávila le administró las aguas regeneradoras del Bautismo en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, imponiéndosele los nombres de Pedro Policarpio. Sus padrinos fueron Pedro Magueño e Isabel de Mena, su mujer, acaudalados labradores muy ligados a la familia de Alcalde.
El hogar donde viera la luz primera Pedro del Alcalde, era un hogar pobre. Los bienes de su abuelo paterno sostenían un poco a la familia, pero en 1.773, al morir su abuela paterna, ya no quedaban restos de aquel menguado capital por haberlos invertido Rosa María del Alcalde, la abuela, “ en el diario alimento y otras cosas que acaescieron…”, según hace constar en su testamento. Del escaso caudal que restó a la abuela, heredaron todos sus tíos paternos, Pedro, Andrés, Manuel y María Vicenta. Por el contrario el padre de nuestro biografiado no heredó nada. Por línea paterna, Pedro del Alcalde provenía de la ciudad de Jaén, por la que siempre sintieron gran afecto sus abuelos.
Cuando murió la abuela paterna, la familia de Pedro del Alcalde no andaba muy bien de recursos pecuniaros. El escaso caudal en metálico que poseía la abuela, lo dejó para que se dijesen por su alma “ ocho misas en la Coronada, dos en la Santa Capilla de San Andrés y dos en el arquito del Señor San Lorenzo…”. Y el padre, a más de no heredar nada, adeudaba a la abuela más de 150 reales.
Pedro del Alcalde compartió su niñez con sus hermanos Francisco y Rosa María.
Las tierras de labranza de la familia se reducían a una cuerda de olivos y una pequeña huerta que el padre hubo de vender acuciado por la necesidad. A causa de todas estas circunstancias Pedro del Alcalde no pudo recibir ninguna enseñanza escolar. De aquí que como hemos podido comprobar, no supiera firmar. Cuando Pedro llegó a mozo hubo de dedicarse a la agricultura. Cavaba viñedos, podaba olivos y labraba sus tierras. Cuando podía, cogía la escopeta y recorría los contornos del pueblo en busca de caza. Su gran afición a la caza le creó una puntería infalible.
Pedro del Alcalde gozaba de la fama de ser el mejor tirador de la comarca. Igualmente esta afición le proporcionó un conocimiento del terreno, una resistencia a las inclemencias climatológicas y una paciencia enorme en la espera, que después habrían de influir enormemente en sus hazañas guerrilleras. Cuando llegó su hora, Pedro contrajo matrimonio con Dª María Ortega, mujer humilde que solo aportó el patrimonio familiar un plantío de olivos y viñas, de media cuerda de extensión, sito en las lomas del Zerrejón. Por entonces, Pedro comenzó a habitar una casa en la calle Carril, de su pueblo natal. De su matrimonio tuvo dos hijos: Maximiliano y Manuel, los que andando el tiempo serían clérigos regular y secular, respectivamente.
Con el tiempo, su nombre tomó dimensiones de leyenda y se convirtió, junto con sus compañeros, en la persona más buscada y temida de toda la serranía de Jaén. Fue nombrado capitán de Milicias Honradas, al margen de otras condecoraciones que perdían en su zamarra campesina.
Entre sus hechos más importantes destacan:
- La conquista de Martos, donde, aprovechando la debilidad de la guarnición francesa allí existente, entró en la ciudad y la devolvió a dominio español.
- La denominada "hazaña del Ejido", en la que apostó, después de perseguir a los invasores durante un buen rato, en una azotea de una casa de Jaén, los tiroteó, matando un oficial y un numéro elevado de soldados; el secuestro del aprovisionamiento destinado a abastecer las tropas imperiales, con más de 1.700 cabezas de ganado, que supuso grandes quebraderos de cabeza para las mismas.
- Su participación en la Batalla de Bailén, sin tomar en cuenta todas las demás escaramuzas y luchas que mantuvo en sus tres años de actividad que lo auparon a ser el personaje más querido y apreciado del pueblo jiennense tomando atisbos de leyenda.
Víctima de una oscura traición, fue capturado el 14 de Junio de 1.811 y fusilado posteriormente, colgado en la Plaza de Santa María de Jáen, el día 17 de Junio del mismo año.
Manuel López Pérez
Cronista de Los Villares
Revista escolar "La Fuente"
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